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SALVAJERIA

Publicado: 2016-10-19

Martín Caparrós -me pongo de pie-, escribe en ‘Boquita’ (Buenos Aires: Booket, 2012) que hay tres espacios para la salvajería feliz: la mesa, la cama y la tribuna. Capaces de llevarte al adormecimiento desadaptado, de conciencia casi caníbal, de perder el juicio durante varios minutos, que, como una droga benéfica, disfrutas. No quito lo que al fútbol refiere, de ninguna forma, si hasta he llorado por un gol y escapado de alguna cita amorosa, del kinder, del colegio y de la universidad por ir al estadio.  

Y quizá el escritor argentino, quien ha visitado Perú muchas ocasiones, se haya inspirado en esta población maldecida por Niké (*). Que somos tan fanáticos y tan estoicos, que cargamos nuestro muerto cual pasacalle también. Tanto de llantos quejumbrosos como vítores redoblados.

Sino, reciensito nos mechó Chile y terminó de eliminar de Rusia 2018. Y – de inmediato y cien veces repetido-, seguimos largando al quinto infierno a los supuestos responsables (el entrenador Gareca y compañía). Pero de aquí nomás habrá nueva convocatoria para enfrentar a Paraguay y Brasil. Y, de vuelta, los hinchas le rascaremos el recontra último concho a esa olla de ilusiones, nos colocaremos el casco y el escudo, y partiremos a la guerra. Sin Niké. Y así por los siglos hasta que no haya planes ordenados y de largo plazo. Carajos.

Salvajería.

(*) diosa de la victoria, según la mitología griega.


Escrito por

orivasplata

Trujillano. Comunicador social y escritor. Viajero, soñador de libertades, becario de la Fundación Nuevo Periodismo de García Márquez.


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Letras en desorden

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