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LA SOTIL

Publicado: 2021-02-20

“Con rapidez y habilidad la ‘Sotil’ lideró los ataques del once nacional que le ganó dos a cero al seleccionado mexicano ante muchos aficionados que vibraron con un animado partido”, relata un cronista en la página 14 de un papel añoso. “Habilidosa y que no da una pelota perdida”, se lee en otra edición, “…el apelativo le cae perfectamente…”, “buen equipo el de las peruanas” y otra y otra. En torno a esa suerte de espejo femenil oficial que el deporte más popular parió cuando clasificamos al Mundial de México 70 y el pueblo desbordaba de entusiasmo.

Por tanto, surgió, posiblemente, la primera representación internacional femenina del balompié nacional. Que inicialmente se llamó Combinado Ciudad de Lima y vestía camisetas celestes. Y que hizo varias presentaciones en la Capital de la República y demás provincias. Trujillo, claro está, entre esas. Y, acorde con las circunstancias, teníamos también a la Gallardo o Ana María Sánchez, a otra que hilaba fino como Cubillas caso María Veliz, una tercera recia cual Chumpitaz y se llama Norma Quiñones, u otra con cintura de mimbre: la ‘Patrulla’ Maritza Teresse. Y, por supuesto, a Raquel Antayhua, La Sotil. Que rendía como la patada y le marco dos golazos a las soberbias aztecas en el estadio Mansiche una tarde de enero de 1972. Tan emotivos que hasta se armó una riña entre rivales al final del cotejo y hubo revancha en el mismo escenario. Ese equipo, que dirigía un señor de apellido Bulnes, entrenaba en la universidad San Marcos, cruzó fronteras, luego, con amistosos en Ecuador y México.

Raquel vive en Villa María del Triunfo, donde todo aquel que se precie de ser futbolero la reconoce. Aunque ya no tiene la destreza de antaño, obviamente, su ligazón no se perderá nunca: dirige una academia (Deportivo Huáscar) y ha trabajado dos décadas como profesora de Educación Física en una escuela particular. Sus capacidades las ha llevado a todos las geografías e incluso, al club Alianza Lima, donde jugó a mitad de los noventa a pesar de ser hincha de Universitario.

“Y jugaré hasta el día que me muera. Solo rompiéndome la pierna me sacan de la pelota”, ha dicho, recién nomás. Resumen de esas férreas convicciones que, en una etapa de marcados prejuicios y estereotipos sobre una actividad que se concebía solo para varones (algunas de sus compañeras actuaban con apellidos falsos por temor a represalias de sus propios padres), le generaron reconocimiento y marcaron la trocha hacia un presente que pretende ser más inclusivo. Gracias miles, Raquel: por ser una de las pioneras del fútbol femenino oficial en el país.

Hasta la próxima.

o.rivasplata@pucp.edu.pe


Escrito por

orivasplata

Trujillano. Comunicador social y escritor. Viajero, soñador de libertades, becario de la Fundación Nuevo Periodismo de García Márquez.


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