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EL QUE LO GANABA TODO

Publicado: 2021-03-10

Las idolatrías no suponen, necesariamente, fervores de jolgorio. Tienen su lado cruento también. Ya porque lo admiras tanto. O ya porque te jode también que ese lo gane todo en tu sitio y no deje ni para el pan. Juan José Castillo ha sido, para muchos conocedores, el mejor fondista peruano. El huancaíno fue segundo en San Silvestre, acaso la maratón más famosa del mundo, en 1991. Pulverizó las marcas nacionales de los 5000 metros planos las veces que quiso. Fue olímpico en Atlanta 96. Y era tan bueno que una vez se ganó un carro, en Colombia, y, durante la premiación, lo remató por siete mil dólares.

Y – aquí viene mi mayor nostalgia- vino a nuestra ciudad siete veces para competir en la recordada Media Maratón de Trujillo y las siete veces venció, figurativamente, en un pie. Fue la primera la más complicada, asegura, en 1986. “Tenía 18 años y mi objetivo era superar a Orlando Calderón, que tenía 29 años y era un tipo cuajado. Mi táctica fue seguirlo y apretar los tres últimos kilómetros. Y era muy emocionante ir a Trujillo por el cariño que te daba la gente y el ingreso al estadio Mansiche lo últimos metros; eso era de fiesta”. Quien suscribe era pipiolo todavía. Y, como cientos, me pegaba a la ruta para ver pasar a los atletas que venían de todas partes del país. Sin embargo, no era difícil presumir que Castillo, cada vez que estaba en el partidor, o cualquiera de los huancaínos que lo acompañaban (Hugo Gavino, Marilu Salazar, Orlando Calderón, Florinda Camayo, Ruth Jaime y demás ) sería el triunfador tras los 21 kilómetro.

“No es tan cierto eso que los huancaínos nacemos para ser corredores. Ocurre que, como en mi caso, nos acostumbramos a caminar desde pequeños largos tramos para llegar al colegio o donde fuera. Una prueba es que hubo un chiclayano (Ricardo Reupo) que ganó en Trujillo en la época que reinaban los huancaínos. Además, en Huancayo hubo ídolos como Gavino o Pancho Vega, quienes, mucho tiempo atrás, iniciaron una costumbre que cada generación quiere imitar”

Y admira a Abebe Bikila, el extraordinario etíope que competía descalzo. Y sonríe cuando le decimos que el checo Emil Zatopeck, otro extraterrestre de las carreras largas, pareciera su antecesor: pues corría como si lo estuvieran acuchillando, y tanto se caía como se levantaba.

“Sí, he sufrido las lesiones de todo tipo, me operaron muchas veces también pues esforzaba demasiado a mi cuerpo. Incluso me desmayé en algunas carreras o me prohibieron correr maratones. Y otra me golpeó una moto y me rompió el tendón de Aquiles pero, igual terminé la competencia. Era débil físicamente pero muy fuerte mentalmente, casi masoquista. Y lo del auto que obtuve en Medellín sí, es cierto, no quería traerlo manejando”

Hoy descansa en su lar natal. Rodeado de jardines y de decenas de alumnos que aspiran emularlo. Y que lo hagan y ganen todo como “Jujoca”. Salvo en Trujillo donde no dejaba ni para el pan.

o.rivasplata@pucp.edu.pe


Foto: bajada de la internet.


Escrito por

orivasplata

Trujillano. Comunicador social y escritor. Viajero, soñador de libertades, becario de la Fundación Nuevo Periodismo de García Márquez.


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Letras en desorden

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