Nunca antes se practicó skateboarding en una olimpiada. Muchos años se le considero como una actividad de relajo hasta que la federación mundial de esa disciplina sustentó ante el Comité Olímpico Internacional lo serio del asunto y los millones de seguidores que en el planeta tiene. Nunca antes, también, se habló tanto de ese deporte inventado por americanos, en nuestra patria.

Un chiclayano de apellido económico lo ha logrado tras ubicarse entre los cinco mejores del mundo. Tal dimensión ha tenido que, incluso, y no es joda, la transmisión de su participación superó en rating a programas como el Wasap de JB o Esto es Guerra.

Tampoco es de risa, diría. O, mejor, esos son los guerreros que uno quiere. Auténticos, sinceros, promotores de perseverancia, de sacrificio, de caer y recuperarse. Como Angelo Caro que se levantó de las cenizas luego de un arranque penoso en la competencia modalidad Street o Libre (no le dieron ni un punto y medio los jueces tras caerse en su primera pirueta). Que se subió a una tabla con ruedas cuando tenía 10 años y le “gorreaba” el juguete a su hermano mayor, Fabrizio. Meses después su tío le regaló una que se convirtió en su almohada y de la cual “nunca se bajó”. Ya luego, todo fue añadidura: títulos nacionales, continentales, y, ora, sorpresa mundial sobre el asfalto ardiente de Tokio.

“Héroe deportivo urbano” ha dicho Pedro Canelo, periodista peruano reconocido.

“Igualó el récord del taekwondista Piter Lopez, top 5, obtenido en Beijing 2008”, anotó MIster Chip.

Y reitero: es un guerrero que nos ha unido, que fortalece nuestra fe, la esperanza, por una patria modelo. Ejemplos que uno sueña. Caro anhelo.

Hasta la próxima.

o.rivasplata@pucp.edu.pe

Foto: Internet diario La República