A esta hora de nervios ya todos sabemos, casi de memoria, quienes estarán esta tarde. Que 4-3-2-1, con Carrillo y Cueva detrás de Lapadula; o 4-2-3-1, con Cueva, Peña y Carrillo secundando al “Bambino”. Pues el futbol nos une y emociona tanto que, cada vez que hay partido, todos nos convertimos en entrenadores y leemos infinidad de portales deportivos o soñamos a ser el jugador que le falta al equipo de Ricardo Gareca.

Es la pelota y su enorme impacto social en una nación tan fragmentada. Por eso también quiero ganar. Para olvidarnos de los problemas un poco, de las matrículas escolares y la gasolina o de los políticos ladrones, y sentir que, aunque por un rato, todos tiramos de un solo lado.

¿Y cómo si somos visitantes y el estadio será una olla hirviendo y los uruguayos se juegan la vida también?, me preguntaban hoy temprano desde una conocida emisora radial. La respuesta, más allá de los ya consabidos planteos tácticos, sería lo que me resulta imprescindible en un contexto casi de batalla: con mucho carácter. O llámenle coraje. O temperamento o personalidad. O, por último, como dice mi esposa la psicóloga: resiliencia. Esta, es la capacidad de recuperarse en situaciones de suma dificultad. Así hay que jugar hoy, en el mítico estadio Centenario. Para robar un empate, como mínimo.

Ya lo otro, repito, lo sabemos de memoria.

Hasta la próxima.

o.rivasplata@pucp.edu.pe