VINICIUS: UN PROBLEMA Y UNA OPORTUNIDAD
Acaso el mejor futbolista del momento, José Paixao de Oliveira Junior, o Vinicius Junior para mayor entendimiento, amagaba todo y bien. Hasta la pobreza y el hambre que lo perseguía fuerte cuando mocoso en Porto do Rosauna, una de las favelas con peores tasas de criminalidad en Rio de Janeiro, y donde vivía en una casita de adoble que pertenecía a su abuela.
Y siempre de a dos, de a tres o de cuatro, con bicicletas, cambios de ritmo y malabares que hacían ver a los rivales como conos de entrenamiento a pesar que lo encaraban con hachas de doble filo y espadas samurais. Sin embargo, otra cosa son los enemigos del alma. Amorfos, invencibles, incesantes y de cientos de brazos o cabezas cual Quijote contra los molinos de viento.
Y de esos, el nacionalizado español (aunque resulte broma obtuvo el doble pasaporte el 2022) las ha sufrido y sufre como nadie. Esta temporada nada más no hubo jornada fuera del Bernabéu en la que no recibiera insultos de todo tipo por idiotas con complejo de piel que aparecen en todas partes sin que se tome medidas verdaderamente rigurosas y sostenidas. En nuestro país, incluso, un pacto se suscribió el 2017 entre el Ministerio de Cultura, FPF, Agremiados y entidades vinculadas pero nada se ha mejorado en una sociedad donde la discriminación está normalizada y hasta los diarios (sobre todo los deportivos) promueven.
Por eso la indignación desatada tras lo ocurrido el último fin de semana en el estadio de Mestalla, la gota que colmó el vaso para el crack de 22 años. Y desde presidentes de naciones, literatos, filósofos, actores, dirigentes y personajes de todo tipo se han pronunciado dando su total respaldo a quien lo merece. En esa línea la respuesta del club Valencia ha sido muy adecuada y ha anunciado expulsión perpetua a los hinchas que resulten sindicados. Van siete detenidos a la fecha.
Queda, expuesta nuevamente la problemática, lo más importante entonces: que la FIFA adopte su necesario papel y ejecute estrategias globales y muy efectivas – como rigurosas - que, por fin, inicien un camino hacia el cambio. Quedarse, otra vez, en el discurso protocolar o la demagogia, sería peor que una burla.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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