Nunca ocurrido en la historia de competiciones de tal magnitud, Lima ha sido elegida por segunda vez y en menos de 10 años, como sede de unos Juegos Panamericanos. Y se ha logrado en tiempo récord: hasta enero último la locación oficial era Barranquilla que sorpresivamente fue despojada por incumplimiento del contrato con Panam Sport, la firma organizadora del certamen. Tras la noticia, Asunción de inmediato se postuló, y dos semanas después lo hicimos nosotros, que, finalmente, ganamos la elección por 28 votos contra 24 en la reunión realizada en Miami.

Más allá de la eficiente gestión del grupo promotor liderado por el presidente del Comité Olímpico Peruano, Renzo Manyari, fundamental resultó que se mantengan bien -mediante el proyecto Legado – los estadios construidos para los Panamericanos 2019.

Por otro lado, considerando números es válido sonreír: según anuncios del gobierno chileno Santiago 2023 generó 907 millones de dólares al Producto Bruto Interno, 440 millones en remuneraciones y una recaudación pública de 88 millones. Para nuestra Lima 2019, incluso y siguiendo cifras oficiales, el impacto económico fue de más de 5,200 millones. Esperanzador para una nación con graves carencias en servicios estatales o una capital caótica y que podría – esta vez ojalá se aproveche la oportunidad – reordenarse en torno a los replanteos en vías de transporte y nueva infraestructura que un torneo de nivel olímpico demanda entre varios aspectos.

Empero, con esa designación se abren enormes responsabilidades competitivas también. Propondría en esa línea, dado que que por ser sede podríamos inscribir la mayor cantidad de atletas, activar un programa para descubrir a los muchos talentos que nuestro país tiene en cada disciplina dada su diversa geografía o contexto. Un ejemplo válido es lo que el Jefe de la Unidad Técnica de la FPF, José del Solar ha realizado: viajar a todas las regiones para, in situ, seleccionar a los infantiles con capacidad para reclutarlos, e instalarlos, en los mejores clubes capitalinos y poder monitorearlos constantemente de cara a futuros compromisos.

En Lima 2019 obtuvimos 41 preseas (11 de oro, siete de plata y 23 de bronce). Deberíamos apuntar a quebrar ese récord. Y ratificar que cuando nos unimos todo lo podemos.

Hasta la próxima.

foto: Usil