APRENDER DE TANTAS CAIDAS
Terrible lo ocurrido el último sábado en el Mansiche. Ni el mejor guionista hubiera concebido una trama tan trágica con el equipo más popular de la región. Quizá se había acostumbrado tanto a los golpes que cuando alcanzaba la gloria de mantenerse en primera división y ganaba 2-0 se supo impostor o no pudo soportar la cuenta regresiva hasta terminar volviendo a su estado natural y ahogarse en el fango. A ese estado al que sus directivos y las malas decisiones lo empujaron desde años recientes sin que los mayores responsables tomen real conciencia.
Pero de los fracasos se aprende, también y claro está.
Y ojalá sus dirigentes lo comprendan de una buena vez. Que ya no contraten casi 35 futbolistas en una temporada o confundan tanta cantidad con tan poca calidad. Que no jueguen a las adivinanzas cambiando entrenadores de diversas nacionalidades como si fueran calzoncillos, varios sin empleo reciente o trayectoria pobre. Que no improvisen con cargos de mero favor o basados en que jugaste pelota pero nunca te preparaste. Que no sean demagogos o procedan solo por quedar bien con los aficionados. Que obtengan un complejo institucional propio y acorde para un club de tanto arraigo. Que, me persigno e imploro, el querido Carlos Mannucci se convierta en un plantel para pelear títulos y ya no descensos.
Luego, de nuestro otro representante no se merece escribir nada. Sus jugadores, salvo un par de excepciones, se embarraron del sentir soberbio y estrictamente comercial de sus dueños. Y, lástima por los buenos hinchas que la UCV tiene y sufren por perder la categoría, solo se dedicaron a deambular en el estadio Miguel Grau hasta que el partido acabe y debieran bañarse y subir al bus de retorno.
RIGO
Foto: internet